TRACIOS&DACIOS
Elevo la mirada hacia azules, espacios pequeños y tímidos, peleados con los tonos que el atardecer regala a las nubes. Verdes a elegir, verdes furiosos de bosques que aún no son otoño, verdes desnudos sobre colinas que imponen respeto. Las dueñas del tejado son pequeñas bandas de palomas, casi petrificadas, que conviven con golondrinas locas de vida. Arcos blancos en diferentes niveles, motivos florales, puertas que crujen como cómplices de un mal sueño. Un espectro negro llamado monje rodea la iglesia a paso apurado, golpea madera consiguiendo un eco seco. Parece cuervo que se mantiene sobre viento. Murales de vivos colores dan paso a la liturgia anunciada por el cuervo. Cantos ortodoxos no tristes, de una paz y serenidad extrema; rostros eslavos compungidos que miran al suelo. En la cúpula, centenares de caras bíblicas observan, siendo simplemente lo que nosotros queramos que sean.
Monasterio de Rila. Agosto de 2019. Bulgaria